dimarts, 10 de maig del 2011

VoNLeNsKa

Esta tarde, al salir del trabajo me he dado de bruces con una persona con quien antes, en una época determinada, habíamos sido un poco más que compañeras. No diría amigas, pero sí muy conocidas. La historia se rompió, intuyo el por qué pero ella jamás me explicó su porqué (en lo que viene siendo la tónica general, por lo visto, de las personas que ponen fin a una relación, y entre las que creo voy a acabar por incluirme): Por esa época una buena amiga mía, o eso creía, me convirtió en la protagonista principal de una historia de terror sin pies ni cabeza. En ella yo era la Niña del Exorcista mezclada con Cruella de Vil y la Bruja de Blancanieves. Buf. Explicó la historia a quien quiso escucharla y la creyeron (yo también creo, a veces, a mis amigas aunque sepa que no tienen razón, cuando me pongo subjetiva lo soy y mucho, pues anda!). Así que decidí encerrarme en mí y alejarme de toda esa movida.

Verla hoy me ha hecho pensar en qué aprendí de aquella historia, de aquel final. He querido centrarme en eso. No en porqués, en si debí hacer más o menos, en si...

Mal no, lo pasé muy mal, tenía que desmentir una historia absurda que circulaba alegremente. Decidí que no, que no lo haría. En ese momento supe que quien me quería, quien me conocía de verdad, quien confiaba en mí y sabía cómo me importa la amistad no creería esa película. Y quien la creyera es que no merecía seguir a mi lado, o yo al suyo.

Eso aprendí, a relativizar, a dar importancia a las relaciones que la tienen, a centrarme en mis amigos, a reducir el círculo y llenarlo de calidad en vez de cantidad, a contar conmigo, a saber qué relación merece una lágrima, si se da el caso, y una segunda oportunidad, o tercera, o cuarta.

De nuevo he sonreído al pensar que, gracias a todo aquel mal trago, soy cada vez más la persona que quiero ser respecto a las relaciones en general.

Mientras pensaba en esto he visto una pareja en la puerta de un bar, no puedo decir si hablaban o no, solo sé que en un momento dado ella ha dado media vuelta, airada, y sola se ha ido calle arriba, enérgicamente. Él se ha quedado un rato mirándola, incrédulo, y al pasar por su lado he podido ver cómo guardaba en su bolsillo un paquetito, bien mono, envuelto en papel de regalo, con un pequeño lazo. Seguramente en ese momento él era incapaz de intuir que ese regalo sin destinataria, ese desplante, esa tarde de martes, supondría un inicio en su vida, quien sabe si mucho mejor que lo que le esperaba mientras compraba lo que a todas luces parecía un anillo.

Hace unos años, una persona muy cercana a mí tuvo que vivir la dureza de una enfermedad en su hijo pequeño. Esa crisis, esa maldita enfermedad, esos meses de quimio e incertidumbre la unieron a su pareja. Mucho. Pocos meses atrás, en Año Nuevo, había quemado el papel en que pedía un deseo, un único deseo: que mejoraran las relaciones con su marido, volver a enamorarse de él. Un cáncer hizo su deseo realidad. Nadie merece una enfermedad, y menos un niño, pero contra eso no se puede luchar, y pensar en qué aprendizaje se obtuvo de aquellos momentos sí es cosa de cada uno. Ella se reenamoró y en esas circunstancias admiró como nunca a su pareja, por su entereza.

No sabemos qué aprendizaje obtendremos de un mal momento, de una discusión, de una pérdida... pero estoy convencida, segura, que a la larga, saldremos beneficiados de un modo u otro, creciendo, madurando, consiguiendo la mejor versión de nosotros mismos.

Os dejo un link a un artículo de El País de este domingo, no tiene desperdicio, sí, caos es oportunidad de cambio, sin duda.

http://www.elpais.com/articulo/portada/Problemas/oportunidades/elpepusoceps/20110508elpepspor_7/Tes

2 comentaris:

  1. como cojones he llegado yo aquí? xD

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  2. Tirando del hilo de Penélope? O era el Hilo de la Princesa Aurora... sí, la Bella Durmiente? Nooooooo, seguro que de Ariadna...

    Bah, importa?!

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