dissabte, 4 de setembre del 2010

Down By Law

Es una gran película, de hace unos años, de Jim Jarmusch. Recuerdo haber leído en una cartelera de unos cines de barrio que la anunciaban como "Don Bailón". Vale. Cada uno, verdad, escribe y lee el inglés como quiere (aunque yo, y eso es sagrado, me llame Núria con acento aquí y en la China Popular!)

Total, el tema de hoy (mi puñetero tema y con el que he estado agobiando nuevamente a mi familia estos días...-eo, lo justo, eh!, que tenemos poco aguante!!!-) no es el cine, sino: El Peso. El puñetero peso corporal mío propio yomiméconmigo que marca mis últimos, no sé, cuarenta años?

Nací con peso medio (supongo, hay que joderse que nunca he preguntado cuánto pesé al nacer, claro que conociendo a mi madre seguro que me dirá: pues lo normal! Hala pues, nací pesando lo normal!), pero enseguida y digamos que por causas totalmente justificadas fui una niña delgada, delgada, delgada. Huesuda. Sí, si es que me convertí en una experta tiradoradelacomidaquenoquería (es decir: toda) sin que nadie se diera cuenta. Recuerdo la hora de la comida y la cena como un suplicio: Ecs! Habas, verdura, pescado, fruta... Ecs a todo que no fuera un bocata de fuet con pan con tomate (purés incluídos, cuya textura me repugnaba).

Así, mi problema de peso por entonces, y hasta bien entrada la adolescencia (no sé, 16?) era de bajo peso. No me gustaba ir a comer a casa de nadie, recuerdo el sarpullido generalizado que unas croquetas (seguro que buenísimas) de mi tía (Leire, Saioa, guruche, sí) me provocaron. Buf. Tampoco, de más mayor, iba a comer a casa de los amigos. Y en casa de los padres del santo se subían por las paredes cuando iba a comer!

No sé cuándo se produjo el cambio (en otras cosas, ya véis, no he cambiado nada...) pero el caso es que un buen día me ví haciendo la dieta Herbalife. Hace de eso, qué, dieciocho años? El biológico (en paz no descanse nunca) dijo una vez: Núria tendrá siempre problemas de peso, andará con dietas. Lo clavó. Debe ser lo único sensato que dijo en su vida. En fin.

Empecé a comer, a comer, a comer... no a beber, que no, que la cerveza hace poquitos años que me gusta, y el cava otro tanto, pero a comer, mmmmmmm... de todo. Todo era un placer. Hasta la verdurita, a la planca o hervida (eso sí, la cebolla y el ajo ni de lejos aún ahora).

Hace tres veranos, después de verme en unas fotos (una, ya que no suelo hacerme) me ví por duplicado. Pero no había duda: Era yo, y solo era una yo. Jomateixa. Buf! Todo eso era yo? Me puse a dieta: Pronokal. Una pasta? Bueno. Pero bajé 12kg. Me quedé monísima de la muerte (como en todo, cuando me pongo me pongo, y no me salté ni un día la dieta, nada, a pesar de pillar navidad de lleno, nada. Recuerdo una noche de fiesta con los del curro: cómo mola mirar los toros desde la barrera -qué pasa, soy catalana pero me gustan los toros, y los sanfermines, aunque lo de matar ya...no!- y estar serena en una noche en que todos están desfasados. Genial, buena experiencia!): 53,5kg. Mi capullo preferido me tenía prohibido bajar de 54 y subir de 56 (subir le era lo mismo, era yo quien insistía en no subir... y me parecia imposible llegar a 56). Una magnífica talla 38 (a veces me sobraba, incluso).

Bua, vaya dosis de autoestima en vena.

Me he mantenido dos años, quilo, dos quilos arriba abajo.

Hasta hace unos pocos meses, la suma del descontrol de horarios (me quedé sin rutina a la vez que me quedé sin office en el curro), del aumento de ansiedad, de los conflictos emocionales, más la vuelta a los antidepresivos no ayudó... y así he llegado a donde estoy.

Bueno, así y metiéndome entre pecho y espalda montones de helados (Núria, prou, que me dice el jefe), cervezas, pan, pasta, saltándome comidas (yo era la reina de las cinco comidas espaciadas entre 2/4horas), abusando de las tapas, las patatas, las salsas. Vamos que eso no lo hace el agua, que decía el Txatxo (claro qeu él lo decía por otro motivo).

A día de hoy, maravillosos 68kg hacen de mí una gran Núria. Gran, gran, Núria.

Pero dadme tiempo: antes de Cap d'any me planto en 55kg. O eso, o me la corto (la oreja operada, digo)!

4 comentaris:

  1. ¿Sabes? No creo que eso sea en realidad tan importante...

    (Aunque es bueno que te sientas bien, claro).

    Un beso.

    ResponElimina
  2. Nací hermosa y así sigo. Intento, y consigo, mantener el peso a raya, pero lo mío me cuesta. Un poco sobrada para los cánones actuales, yo me veo estupenda con mis michelines. Tampoco me parecen tantos, pero, vaya, flaca no soy, ni lo fui nunca. Aún así, este verano se me han pegado algunos centímetros más de los imprescindibles. Los helados, supongo. El verano pasado no tomé ni un helado, pero tal vez éste había algún vacío que había que llenar de alguna manera. Sea como fuere, toca hacer dieta. Me sobran unos 5.

    Tú seguro que estás preciosa con 13 más y con 13 menos. Como dice el que me ha precedido,yo tampoco creo que eso sea en realidad tan importante.

    Petons.

    ResponElimina
  3. Lo primero de todo y que conste en acta aquí y en la China popular: ¡Con las croquetas de mi abuela no se mete nadie sin que haya consecuencias! Que (y aunque hace ya tiempo que no he comimdo, no porque haga dieta sino porque no las hace) fueron el más preciado manjar para Saioa y para mí en la infancia y lo serán para Maite y Elisa.

    ¿Sabes? Yo una vez me sentí flaca. Luego estaba tumbada en una cama de hospital y, lejos de sentirme flaca, no me sentía viva. (Esa historia la contaré detalladamente en el blog algún día). Desde entonces no he crecido un centímetro y mi peso es inversamente proporcional al deporte que hago. Cuando empecé el Tae-Kwon-Do mis patazas daban miedo y ahora, con las acrobacias, se me han vuelto a inchar los cuádriceps como globos. No, no me parezco a esas "perfectas" amigas mías. Yo soy feliz intentando descubrir lo grande que es una persona sin fijarme en la talla de pantalones o si las camisetas de licra le quedan bien. Supongo que cada uno elige qué es importante.

    ¿Sabes? Nuria me parece una gran persona. Porque hubo tres días fantásticos en los que mi hermana y yo no paramos de sonreír y tiene unas hijas maravillosas, y eso no es facil lograrlo.

    Muxuak

    ResponElimina
  4. Uf, Núria!
    Quins maldecaps i preocupacions que tens! Tan important és per tu aquest tema? No li donis tantes voltes, l'important és saber somriure.

    Petons,

    Marc

    ResponElimina