dimarts, 10 d’agost del 2010

Estupor y Temblores - Amélie Nothomb

Querida Amélie,

No lo dude: la seguirán llamando rara, y qué?, a mí me encanta su excentricismo, sus respuestas (las mentales y las reales), la manera tan fantástica de vivir la vida, sus idas y venidas (y no solo de Bélgica a Japón, me refiero a sus pasos del blanco al negro, del cielo al infierno, de la sonrisa a las lágrimas). Me siento muy identificada con usted, mucho.

Sus historias, como siempre, me hacen reir, pero también me entristecen al comprobar la realidad humana (de aquí o de allí, qué más da!). Pero es que su última novela (una de las primeras que publicó, lo sé, pero la última que he leído de usted) me ha hecho vivir una realidad tan excéntrica como la suya, o como la m´kia, como jomateixa.

He pasado unos días geniales en Les, Pirineo de Lleida. Un ambiente familiar (familiar porque los que allí estábamos éramos familias y compartíamos diez días de espacio y actividades), una comida genial, unas montañas que pedían ser pisadas palmo a palmo y un tiempo fresquito, fresquito (como deseamos en verano).

Total, ayer por la tarde, Aina decidió que le comprara una mochila para empezar la Eso estrenando (no, no recuerdo el nombre de la marca, pero sí, era de marca, aixxxxxx!) vale, sí, le dije, pero a cambio vamos a Bossòst caminando (y volvemos), y de paso hablamos y no callamos.

Así lo hicimos.

Pero como antes de emprender camino estaba con el portátil (sí, en el foro) y leyéndola (apenas me quedaban unas páginas) y me daba una pereza terrible subir a la habitación a dejar los trastos, decidí "depositarlos" en el mostrador de recepción (Portátil, cargador del portátil, una chaqueta de Jana y la novela -de la biblio- de Anagrama: Amarilla, ya sabe, de discreta nada).

Pues nada, dos horitas después, al volver, estaba todo... excepto el libro! No me lo podía creer. Buf.

Yo que este año estaba más que decidida a no conocer ni hablar con nadie en la Residencia (como un voto de silencio???) pregunté a diestro y siniestro a la hora de la cena. Mesa a mesa comenté el tema a todas las familias:

Un libro, cómo era?; Vaya, ahora la gente lee?; Y no se han llevado el ordenador?; No jodas, en serio?; Jajajaja, ui perdona!

Montones de respuestas diferentes, y la mayoría divertidas, que me hicieron conocer a quienes compartían espacio con mi familia pero de quienes no sabía ni el nombre.

Me reí mucho, mucho. Hubo respuestas y comentarios que me parecieron más surrealistas aún, pero me lo pasé en grande (sí, vale, estuve en mi salsa, a pesar de mi voto de asociabilidad... que no es ni voto, solo es contagio puro y duro de mis tres virgos).

Me convertí en la del libro. Que jartón de reir con unas chicas de Córdoba, ocasión genial para hablar con aquel papi de buenas pintas (y poca lucidez finalmente), para entrar en un blog que me hizo sentirme cómoda desde el primer momento y suscribirme y, bueno, para charlar con un residente hasta las tantas.

Ahí voy: el tema del libro dió para que este residente, llamémosle Antonio, sacara la psicóloga que hay en mí (esa mezcla genial de carne de terapia, de currante en un bar durante años, y de, bueno vale, cotilla increíble). Me contó y contó, y contó: de dónde sacamos esa capacidad de resumir nuestros cuarenta años en una hora y sin ningún tipo de miedo? Creo que pude ayudarle, sí (por experiencia propia? por sentido común del que suelo carecer? por la objetividad que da la no implicación y el desconocimiento?). Y me lo agradeció. Y yo a él: ser capaz de explicar cómo dar un cambio de rumbo (mental) a tu vida es síntoma que la pasta invertida en terapia -mucha- es rentable. Para tí, y para alguien más.

No, no, el libro no ha aparecido y claro tendré que comprarlo para la biblio (chissssst, enseñaré esta entrada del blog a ver si es un atenuante), pero si quien se lo llevó lo lee, señora mía; si Antonio hace algún cambio en su pensar; si las risas andaluzas de ayer sirvieron para ser un rato felices, que ya le digo que sí, y si acabo publicando esta entrada... hasta la "pérdida irreparable" habrá valido la pena.

Como tantas otras situaciones extrañas!

(sí, sí, como limpiar retretes en Yamamori siendo traductora, filóloga, intérprete...)

Un beso Amélie-San,

Núria (joma)

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