dijous, 31 de desembre del 2009

La Motxilla



Porta només la teva motxilla, Esther. No vulguis dur també la seva: és massa pes per dur. No ho facis.


Cuida’t, mima’t, i mira d’anar-la buidant. La teva. Mica en mica. Estimant-te. Pensa que ets tu qui ha pres la decisió. Tu has estat la valenta, avui. La forta. Has vist clarament el camí que calia seguir tenint totes les dades com tenies. Totes. Has decidit el que aconsellaries a una amiga que fes tenint en compte guanys futurs, malgrat dolors presents. I pèrdues, sí,  però pèrdues necessàries.

Has decidit, Esther, tenint en compte el dolor patit. Un dolor inútil, infèrtil. Un dolor que no duia enlloc, sense fita, sense objectiu.

No vulguis ser ara amiga seva. Sigues amiga teva, només teva. Porta el teu dol, no vulguis dur també el seu: et farà mal i et minvarà les forces dia a dia. I les necessites per a tu, per valorar el que tens. I riu. Torna a riure. I quan el camí es faci costa amunt pensa en el seu egoisme, no en la possibilitat que potser ell pugui estar patint. Pensa en la seva covardia, en tant com havies donat, i no en la seva possible tristesa.

Pensa en tu.

Pensa en tu, Esther.

Pensa en tu.

I no et sentis víctima, no prenguis el paper fàcil de víctima, de deixada, de persona que va estimar incondicionalment. No, sigues forta. Pensa en tu com la persona que ha estat capaç de donar el pas més intel·ligent, i valent, i necessari. Un dia, ho saps segur, deixarà de fer mal. Confia-hi. Passarà.

Així són els sentiments, així és el joc de l’amor. Algun dia agrairàs tant com has crescut amb aquest dolor. Com has aconseguit conèixer-te, reconèixer-te... estimar-te.

Tens sort, Esther, molta sort, no estàs sola: et tens ja per sempre a tu!

(6/11/09)




That´s how it happens... livin´ life by the drop

dimarts, 29 de desembre del 2009

Tres Anys sense tu!

Avui fa tres anys que vaig posar fi a la nostra relació. Prou. Un prou gens premeditat, gens volgut, però molt necessari. Un prou a la meva dependència, un prou a tants anys de condemna.

Tot i que no ho suporti, com avui, com ara, en aquest dia trist, plujós, gris... buit. En aquest dia en que desitjo tant tenir-te novament amb mi. Com tots aquells anys, que m’ajudaves a sentir-me més segura, i t’anares convertint en el meu pilar, la meva columna vertebral, el meu bastó.

Com t’enyoro, amor, i com t’odio alhora; com continuo desitjant-te, malgrat el pas del temps: Aquí i Ara.

Tenir-te entre els meus llavis, gaudir de la teva olor, omplint-me de tu. Amagant-me de vegades de mirades alienes, de les meves filles, que mai et van acceptar, i que van ser el motiu principal del trencament. Però gaudint-ne quan estava a soles, mmmmmmmm, quin plaer mortal... Tu eres el meu Amo i Senyor i jo em convertia en cada trobada en la teva esclava, acceptant sempre aquest pacte tàcit de superioritat teva que ens unia. Que em lligava a tu.

Eres meu, sí. Tot i no ser meu, en d’altres mans, eres meu. Pocs plaers com trencar la camisa que duies, sempre groga, un groc que m’atreia tant com alló que amagava: la font del meu plaer. Eres part de mi, després de tants anys, des d’una submissió inconscientment conscient, i al teu costat aconseguia la calma, en tot moment, en qualsevol circumstància. Sempre disposat a satisfer-me. Et recordo i un calfred recorre els porus de la meva pell, com oblidar, malgrat els anys, la dolça carícia al meu coll en cada bes teu. Només tu, el meu amor, la meva mort.

Fins que vaig dir prou, per mi, per elles, prou. Després de tants enganys, mentides, vaig veure clar que t’estava donant la meva vida. El plaer era ja una necessitat, i la droga, tu, un verí que em feia fins i tot llevar-me del llit i anar-te a buscar pels bars...

Com em fot no ser amb tu, encara ara, tres anys després. Però no. No hi haurà una nova oportunitat, malgrat les temptacions, encara que em mori de ganes d’anar a l’estanc i comprar-me un paquet, encara que desitgi tenir-te a les meves mans i fer-te meu amb un clic gairebé orgàsmic de l’encenedor, mentres aspiro tota la mort que m’ofereixes. Encara que et desitgi fins l’agonia, ara sé que mai més no tornaré a fumar. Encara que et recordi a diari... i continuï trobant-te tant a faltar!!


diumenge, 27 de desembre del 2009

La inspiración

No te necesito, vivo en ti, vives en mí...

La inspiración no la busco, está, existe, va cobrando vida en cada letra, en cada palabra, en cada golpe de teclado, con ese sonido tan característico que hace ya tantos años que me acompaña (y me sigue, y me persigue, y me ayuda a salir a flote cuando ni tan siquiera las palabras son capaces de fluir).

Poco necesito: 

mis manos (que ya es mucho), mi mente, libre o no, atormentada o no de miedos, de angustias, y el deseo de reencontrarme. De reencontrarte. De hallarnos juntas de nuevo. Solas. O no. Porque aunque mis escritos no tengan destinatario desearía que los hicieras tuyos, también. Por si te ayudan. Por si facilitan tu camino hacia la nada (porque descubriste hace ya tiempo que el camino lo marcabas tú, no el objetivo, tú y tus ganas).

Así que aquí me tienes, a ti me entrego, en esta fría mañana en que unas palabras han venido a helar mi corazón. Tan poco hace falta para que sienta frío y la soledad en él, de nuevo. Y miedo. Y así ha sido. Y qué mejor que tenerte a ti cerca, poder usar el poder de la escritura para hacerte llegar mi sentir.

Escribir por escribir. Para relajar mi mente. Sin ningún fin que no sea el dejar el pensamiento libre de miedos, de idas y venidas. Permitir que pare en ningún punto, que no siga, pero que avance. Que me ayude a desliar la madeja de nubes negras en las que suelo hallarme, entre tanta necesidad de sol.

Sí, mi inspiración es tan contradictoria como yo. Tan cobarde y atrevida a la vez. Porque en el fondo…ella y yo, sabes, somos ya una.

Un beso.

(febrer 2008)





dissabte, 26 de desembre del 2009

Amélie Nothomb - Ni de Eva ni de Adán




Volvemos a encontrarnos, querida Amélie. Como en la rueda de la vida. De nuevo, otra vez, sin poder ni querer evitarlo, porque es el destino, o el amor, o la energía que nos atrapa. Año tras año.

Primero fue Cosmética del enemigo. Mi primera vez a su lado, su gran logro. Como también fue así mi primera vez, mi flecha: como un juego. Y ahora, en unos meses; después, en unos años... vuelvo a su lado. Al de mi enemigo. Y sé, seguro, que no dejaré de regresar una y otra vez. Una y otra vez. Como el asesino al lugar del crimen, aunque sé que es mi dolor más certero y real, y seguro, y sin fin. Quizás por eso.

Pero como la protagonista de su novela, usted misma, no sabe o no desea o no quiere un adiós.

“Me ahorré el episodio más siniestro que hay, bárbaro y mentiroso, el que se conoce como ruptura. Decir a alguien qe se ha acabado es feo y falso. Nunca se acaba. Incluso cuando no piensas en alguien, cómo puedes dudar de su presencia en tu interior? Quien ha contado, contará siempre.”

Yo tuve muchos adioses, con o sin palabras, con hechos, acciones, miradas. Pero nunca, jamás, dejará de formar parte de mí. Porque aunque el corazón se me salga del pecho con sólo oir su nombre, aunque al cerrar los ojos sienta su mano acariciando mi cuerpo como sólo él sabe, sabía, sabrá, a pesar del dolor… ya siempre contará. Y así lo deseo.

Una tarde maravillosa mi ángel particular me animó a escribir, a imaginar, a dejarme llevar, a no retransmitir como siempre mi sentir. A no poner altavoz a mi corazón, a mi mente. Pero no puedo, o no sé, o no quiero.

Como alejarme de ti, amor, no puedo, o no sé, o no quiero.

Me ha atrapado Amélie, como el monte Fuji la atrapó, o el abrazo de samurai, o el miedo… pero usted supo huir. Y le pido, por favor, ahora que estamos solas, mientras la miro, y le acaricio el pelo, querida, le pido, con lágrimas en los ojos, que me ayude a huir de él. Por favor. Porque sólo huyendo conseguiré ser libre. De su amor, de mi amor, del dolor, del nunca, de la paciencia. Por favor…

Mientras, no deje de abrazarme. La necesito tanto, tanto…

Un beso

diumenge, 20 de desembre del 2009

Saber Perder – David Trueba





David,

Gracias.

Gracias como mujer, como lectora, como enamorada y como desenamorada perpetua, en esta mi montaña rusa particular. Gracias como persona que no sabe perder pero que quiere aprender.

Gracias.

Por hacer que su novela me transporte y me llegue, y me bese y me acaricie como lo ha hecho. He llorado y reído. Y sí, no sin antes haberle juzgado. Como suelo hacer. Sin remedio. Sabiendo que me equivocaré nuevamente…Porque dudé que usted, tan joven, de ideas tan claras, tan experto en guiones vitales (con un cromosoma de cada clase que le impidieran sentir), consiguiera que Sylvia creciera, se desnudara, temiera, página a página. Y transmitir... Y me equivoqué, de nuevo. Pero con alegría: sabiéndome comprendida a pesar de nuestras diferencias.

No hace mucho, sabe, comí con la parte de una flor, con mi error diario, desde hace ya tantos años, y hablamos de mi no saber perder. No, no sé perder. Estoy aceptándolo, y es este el primer paso para empezar a aprender. Cuento con él, cuento contigo, cuento conmigo.

Saber perder, no dando por perdida cualquier situación, no, luchando por ella, por cambiarla, por “aclimatarme”, por hacerme comprender, incluso por entenderme a mí misma…pero sabiendo que, si las cosas no salen como me gustaría, si no me responde como desearía, o si ni tan sólo obtengo respuesta…no dejaré de quererme. Aceptaré la derrota, sabré perder (después de haber luchado), pero no me recrearé en la pérdida, no. Elevaré la cabeza de nuevo, miraré al frente, y a los lados, por si le veo, por si la veo, y le dedicaré mi mejor sonrisa. Franca. Y, seguiré adelante, sabiendo que sé -que por fin sí- me quiero con errores y todo, porque habré aprendido a saber perder.

(Chissssssst, lo sé, el miedo al fracaso es el miedo más paralizante, más inútil de cuantos hay, pero eso ya es parte de otro libro)

Gracias por haberme enseñado a saber que, aún perdiendo, puedo ganar.

Un beso, adorable hombrecillo.

dilluns, 14 de desembre del 2009

Hoy he vuelto a Verle

Hoy he vuelto a verle. Estoy casada y tengo dos hijas, y a veces, algunas veces, voy a verle. Es una necesidad lo que me conduce a él. No es amor. Ni deseo. Es simplemente necesidad...

Hace días que me había planteado el hacerlo nuevamente. Tomar la decisión es una lucha pero acabo haciéndolo. Siempre acabo haciéndolo.

Llamo y él decide cuándo le va bien. Cuándo y cómo. La hora, el día y el sitio. Y yo acudo. Nerviosa. Como si fuera la primera vez. Y en cambio han pasado tantos años desde nuestro primer encuentro!!!

NO somos amigos. Yo sí le cuento cómo estoy, cómo me siento. Hoy le he explicado que he dejado de fumar y que me siento orgullosa de ello. Él se limita a escucharme en silencio. Alguna vez sonríe.
Siempre pregunta. Lo quiere saber todo de mi. Estás bien? Tus relaciones con tu pareja son satisfactorias? Tu relación es abierta???

No me juzga, jamás me juzga. Pero toma nota de mis respuestas. Para él son importantes. Son básicas en la relación que nos une.

Yo no le pregunto nunca sobre él. De què me servirían sus respuestas a mi? Què haría con ellas? Además, no me las daría. No tiene por què hacerlo, ni sería ético, supongo.

Hoy estaba más nerviosa de lo normal. Lo reconozco. Hacía más de un año de la última vez. Mientras me duchaba esta mañana pensaba en ponerme ropa fácilmente desabrochable, y he agradecido enormemente haberme podido depilar...No estoy cómoda cuando no estoy depilada aunque sé que para él eso no es importante. Nada importante. A él mi físico le tiene sin cuidado. Y a mí no me importa que así sea, claro. Es curioso. Pero no me importa en absoluto gustarle o no. Nada.

Apenas me ha hecho esperar cuando he llegado. Me ha sonreído y me ha dado la mano, son tantos años, ya, compartiendo este momento. Tras unas palabras me he desnudado suavemente. Sin ningún sentimiento de vergüenza. No me incomoda su presencia y él trata de no mirarme. Al tumbarme he sentido un pequeño cosquilleo en el estómago, dichosos nervios. No le he dicho a mi marido donde estaba, sé que luego lo haré. Siempre le hago partícipe de estos momentos. Aunque él no entienda qué siento ahora, él aún no siente esta necesidad. Ya llegará. Todo llega. Y yo estaré a su lado también en ese momento. Quizàs jamás tenga que hacerlo, él.

Sus manos firmes han recorrido mis pechos y mis partes más íntimas. Ya no me ruborizo cuando lo hace. No me gusta, pero no siento ningún dolor. Sé que ambos sabemos porqué estamos allí. Me habla, no me mira a los ojos pero me habla y me aconseja...y yo, como siempre, le escucho, y prometo hacerle caso. Como siempre.

Ya no estoy nerviosa. Me visto de manera ràpida, me he escapado del trabajo para verlo...

Ahora toca esperar. Como siempre. Como siempre que visito al ginecólogo (el mismo desde hace ya muchos años) espero angustiada los resultados. Pero es ley de vida, soy mujer y acudo a él una vez al año.

divendres, 11 de desembre del 2009

El Cant dels Ocells

Releyó de nuevo esas letras. Y aún otra vez. No era sólo un adiós. Era un adiós adjetivado, doloroso, orquestado, trabajado y orgulloso. Era un adiós rompedor, demoledor, atemporal e insubstancial. En definitiva: era un adiós. El suyo. Quizás el único que sabía dar, regalar… o arrojar. Era un cerrar la puerta con llave y un asegurarse dejar, tras él, un camino quemado para impedir la vuelta atrás.








El canto de un pájaro, desconocido para ella, la distrajo unos instantes. Entonces recordó las palabras que, un tiempo atrás, le dijo Anna. Ahora cobraban de nuevo sentido, como entonces, cuando fue ella quien lanzó ese adiós sin paracaídas sobre Juan, el que fuera su “amor” durante años.



“No le des más vueltas. No puedes evitar lo inevitable. La amistad, como el amor, es pura energía, fluye. Es un hecho natural y sólo tomándolo como un regalo de la vida podrás disfrutarlo. Abre los brazos a su venida, pero también a su marcha. Y hazlo con una sonrisa en los labios, apreciando lo que significó, lo que significaste. Sólo así serás feliz al recordarlo”.



Sí, Anna tenía razón, cada ruptura, cada alejamiento, hacía mella en ella. Sin embargo, sin saber si era síntoma de madurez, de experiencia, o que el bagaje en este terreno aumentaba con los años, había aprendido a entender este proceso. Cada uno de los amigos, compañeros, amantes, que habían pasado por su vida le habían aportado alguna cosa, como ella a ellos. Todos, de una manera u otra, le habían ayudado a superar un duelo, a abrir o cerrar una etapa, o llenar un vacío temporal, o quizás solamente a hacer más fácil el camino… Así también ella entraba en la vida de los demás. A veces de golpe, a veces poco a poco.



Como no puedo retener el canto de los pájaros tampoco puedo retener por siempre aquellos que deciden hacer sólo un trozo del camino a mi lado, se dijo mientras guardaba la carta.



“Debes permitirte cerrar la puerta (a veces demasiado pronto, a veces sin querer, a veces con lágrimas en los ojos pero sabiendo que es el momento) y abrir los oídos a los nuevos cantos que lleguen. Siempre, si prestas atención, habrá un nuevo canto”.



Esther sonrió. Sí, ante ella se abría un presente lleno de música. Estaba convencida.

dilluns, 7 de desembre del 2009

El Cuaderno Rojo - Paul Auster







“Sí, Paul, ya ve, apenas cerré su novela, su breve novela coincidente, cuando enfoqué mis ojos a la tele que en esos momentos había en la sala: mi familia había decidido que no pudiera leer en silencio, que sus risas, sus gritos, y los destellos de voz y luz del televisor, me acompañaran nuevamente en mi búsqueda, en mi lectura, quería decir.

Entonces ví a su hija Sofía... escribimos el capítulo 14?”

Buf, levantó la vista mientras cerraba el libro. Siempre, su vida, su día a día, se había caracterizado, como la de este autor que apenas había empezado a conocer, por una suma de coincidencias, y ahora, sin apenas darle tiempo a repasar mentalmente las últimas letras, la pantalla hablaba de Sofía, la hija de Paul...bla, bla, bla...no entendía qué decían, pero sabía que le hablaban a ella, para que, de nuevo, supiera que la rueda seguía girando, que no había dejado de hacerlo...ni jamás lo haría.

Los tres días de montaña llegaban a su fin, y la vuelta a casa la hicieron en silencio. Casi sin nada ya que decir. Él se tomó un analgésico y enseguida se fue a dormir, apenas las tres de la tarde. Las niñas empezaron su vicio preferido, tele, peleas, peleas, tele y algún "mama" en una demanda de satisfacción urgente e inmediata. Buf decidió arreglar el cajón de las fotos. Hacía años que no se atrevía con él. Ya su primo había muerto, sus amigas de toda la vida habían decidido el adiós, y otros personajillos comparsa, que no debieron nunca formar parte del espectáculo, campaban a sus anchas por las fotos de colores ya apagados.

Entoces, decenas de imágenes en que ambos se miraban a los ojos, y se sonreían, y se comían con las manos, la mente y el corazón, temblaron entre sus dedos. Tomaron vida de nuevo. Una, otra, otra...recuerdos que atravesaban un presente que ella, en estos días se había decidido a romper.

Alguna vez nos miramos con pasión? se preguntaba ayer mismo, y esa foto acudía a su mano, cual carta que el mago decide hacer regresar.

Alguna vez me acarició por el hecho de hacerlo, sin esperar nada más? y otra figura, de unos pocos años atrás le daba la bienvenida...

Alguna vez nos quisimos con locura, deseando morir si no podíamos estar juntos? ...y una lejana dedicatoria en una foto pequeña hablaba de amor, deseo: siempre, presente, pasado y futuro, te quiero, te quiero...

Ya ve, Paul, sí, claro que creo en las coincidencias, en la casualidad...en el punto exacto de partida y llegada.

Gracias,

Buf!


El Petit Mirall Verd

De vegades somnio.


De vegades, quan somnio de vegades, el somni és tan real que , en despertar-me, renyo la Laia, la gran, per alguna cosa que ha fet al meu somni. Ella, aleshores, em mira. Em mira amb aquells ulls grans, descobridors, inquisidors sovint, mentre somriu i em diu: “Has tornat a somniar amb mi mare?” I marxa a la cuina sense esperar la resposta, però coneixent-la. Ja no li sobta gairebé res del que pugui dir-li. O fer.

En canvi, altres dies, no somnio, i aquells matins, buits de records, em pregunto on han anat a parar els somnis que no he tingut, que no he somniat, que potser he oblidat, o que senzillament no he recordat al matí per molt que m’esforci perquè no han existit. On van aquests somnis no somniats? Fugen? De què fugen? Què temen? S’amaguen? Aquests despertars em fan por... em recorden massa l’existència certa de la mort.

...

Amb els pensaments, amb allò que penso, amb allò que no penso, és el mateix.

On van a parar els pensaments que no tinc? Que no m’atreveixo a tenir. Els busco. Tanco els ulls i els busco. Dins meu, dins-dins meu. Dins del meu cervell mandrós i adormit, ara. el mateix cervell que poc temps enrera dominava els meus dies, i les meves nits. I els omplia de neguit, de pors, de desesperances i d’ idees fosques, tristes, desesperançades.

El cap girava i girava, lligant un pensament amb un altre. Sense descans. Girant, girant, girant. I ni un “prou” cridat a ningú, impedia que formessin llaços, nusos, cabdells i anessin guanyant terreny... fins anul•lar-me.

Ara ja no. Ja no em cal aturar-los, no hi són, la salvació blanca, rodona, petita, ho fa per mi. Treballa al meu servei. Nit rera nit. Nit rera nit. On han anat aquells pensaments? Tantes rumiacions que viviren amb mi hores i hores? On són? A qui alimenten ara? A qui faran embogir en aquests moments?

...

I de l’amor?

Què n’he fet de l’amor que he sentit i no sento? De tant d’ amor com vaig donar, de tant d’amor com vaig rebre? On va l’amor, em pregunto, quan es converteix en odi, indiferència... oblit?

Què fer-ne de l’amor que no vam sentir, que no vam voler sentir? O no vam poder, o no vam saber? Què fer-ne de l’amor que no existí. Que algú no ens va tenir. On és, on és ara?

...

Així, un dia, vaig fer una caixa, amb materials senzills. Una caixa sense mides, lleugera, i sense tanca. Una caixa on pogués ficar-hi, i treure-hi, fàcilment, molt fàcilment, tot allò que no he sentit, que no he tingut. I també, per què no, tot allò que he perdut:

• Els somnis que no vaig saber gaudir perquè estava massa pendent del moment en què sonés la campaneta marcant el final.

• Els viatges en tren en què patia consultant una vegada i una altra el rellotge enlloc de somniar mirant el paisatge per la finestra.

• Hi guardo els amics que no em vaig atrevir a tenir. I els que vaig voler perdre pel camí: de manera conscient, de manera inconscient.

• Tants llibres que mai llegiré.

• Pel•lícules que em marcaren, em reconduïren, que mai tornaré a mirar.

• Hi fico les cançons que sento una vegada i una altra, desenes de vegades seguides, un play constant de dolor. Fins que les llàgrimes deixen de caure.

• Els pensaments que no vaig saber convertir en actes: per por al fracàs.

• Els problemes que no vaig acarar, que vaig evitar resoldre. Aquells que només vaig saber espolsar-me, i així, tornaren a caure’m a sobre una vegada i una altra.



Ara, quan desitjo allò que no he tingut, quan busco allò que conec , sé on trobar-ho:

Mmmmmmmmmmmm quan al matí em desperto sense somnis: obro la caixa i en trio. En tinc per triar. De totes les formes, colors, sabors. I trio riure una estona amb les nenes, o fer un cafè amb la Gemma, o... són somnis lleugers, no en necessito més.

O si volen guanyar-me els pensaments negatius, si volen fer-me mal, també sé què he de fer: la caixa m’ofereix milers de records, de situacions, d’espais, de sensacions i emocions. Dures, alegres, tristes, felices. Ara ja no em fan mal, he aprés que gràcies a tots ells, a tot el que he viscut, sentit, pensat... sóc com sóc. Ells m’han ajudat a ser la persona en què m’he convertit.

Fins i tot,sabeu, quan necessito sentir-me estimada, molt estimada, sincerament estimada, obro la caixa també. En aquests casos no em cal remenar-hi gaire: sé on guardo el petit mirall verd.



dissabte, 5 de desembre del 2009

La darrera abraçada

Estem junts. Per fi. Novament. Estem sols. Però jo ja no espero res: sóc un home.

Ploro.


Ploro i ell em pregunta si estic trista. I jo ploro. Ara, per uns moments, torno a ser l’Anna. Com ara, mentres escric, dormida, que també ploro. És l’Anna/dona qui sempre plora. I qui està trista. Però ja no, perquè sóc un home.

M’abraça. M’abraça com esperant no haver mai de prendre cap decisió. Així m’abraça. Com desitjant que el temps s’aturi en aquest el nostre espai.


I jo tanco els ulls. I no permeto que cap dubte, cap pregunta, entri al meu cervell. Sóc un home. No penso, no em qüestiono res, ara. Només visc aquest moment, atemporal.


M’abraça. M’abraça com desitjant que només existís ell. I només jo. M’abraça per fer-me seva. Ara. Ara. Una estona. Sabent que després les meves mans, les seves mans, seran unes altres mans.


I el temps passa. Va marxant (deixant-nos) marcant segons, minuts, hores. Menys temps. No en queda, no en queda.


I ell continua abraçant-me. M’abraça fent-me saber, una mica, potser només el temps que dura l’abraçada, que també em necessita.


I jo miro el sostre. Blanc. I el llum del sostre.


I ell m’abraça. M’abraça dient-me tantes coses, en silenci. M’abraça dient-me així tot allò que mai no em dirà.


I jo resto en silenci. Perquè no té sentit, cap sentit ja, dir res.


I m’abraça, encara, i em parla, i em diu. I jo no li ho permeto, que em digui. I el faig callar. I no vull escoltar-lo. Com no volia escoltar quan em va que jo sóc, que sempre seré, que només jo, però que ell... Com no vull escoltar-lo quan em diu que tinguem paciència, que el temps. Com de broma, com si ho digués per dir. Ràpid. Sense que ni jo tan sols ho pugui sentir. I no vull escoltar tampoc quan m’escriu unes paraules dient-me que no vol desconcertar-me, que sempre, però a poc a poc.


I sóc un home. I per això no escolto. Sóc un home i callo. I no li explico què sento. I quan arriba el moment, i sona l’alarma que ens porta a la realitat (desitjada) no dic res. Només espero. I ell tampoc no diu res. Només que no pot ser, no pot ser l’hora, diu.


I penso, si no parla, si no fa un gest, m’aixeco. I no diu res, no fa cap gest.


I m’aixeco del llit que no és nostre, que mai serà nostre, que no és seu, ni meu, però durants unes hores... I m’aixecdo d’una revolada.


I no m’atura.


I em poso sota l’aigua, amb llàgrimes als ulls, tot i que sóc un home. I mentre corre l’aigua pel meu cos nu (seu fins ara) em trec la seva mà de la vagina, espolso els seus llavis dels meus, i la seva saliva –tèbia encara- dels meus pits. I així, em desprenc d’ell, de cop. Perquè no faci tant de mal. Perquè no em costi tornar novament a la realitat.


I ja no m’abraça. Ni em fa un petó. I jo tampoc no li faig perquè sóc un home. I només trec els diners. I pago amb diners l’haver estat junts. Cal ser pràctic. Coherent. I no el miro. I faig com si res. Com si fos un dia més. Com si no fos la darrera vegada que estarem junts...

dijous, 3 de desembre del 2009

Les Germanes Grimes - Richard Yates


Sabe una cosa curiosa, Yates? Pronto cumpliré los cuarenta y sigo sin entender nada.

No entiendo ni mi vida, ni cualquier vida. Ni la Vida. Así en general; así con mayúsculas. Esa vida que usted se empeña en dibujarnos como una mezcolanza de amor y desamor, de felicidad y tristeza, de esperanza y dolor. De abandono a la nada y de lucha por el todo. Esa vida que a menudo se nos escapa mientras nos evadimos de la indeseable realidad.

Cómo escapar a nuestro destino, preguntó alguien. Cómo escapar, especialmente si creemos en él. Si lo forjamos día a día. Como una Sarah cualquiera (quién no se ha sentido Sarah en algún momento, en alguna etapa de su vida?). Esa Sarah, por ejemplo, incapaz de romper su matrimonio por lo que éste representó en su momento, no por lo que es a día de hoy. Incapaz de decir basta por todos los sueños que en él puso: tantos deseos y retos y, quizás, alguna pasión furtiva.

Porqué romperlo, si acabar con él, a pesar del dolor que le supone continuar, supondría aceptar el fracaso. Y en cambio, ay, no se da cuenta, no nos damos cuenta, que fracasar es no romper, no decir basta, no ser capaces de poner punto y final a años de ataduras y miedos…

“No pasa nada, todo está bien, sólo ocurre que necesito descansar. Sólo eso.” decía mientras su rostro sangraba; o sus dientes ennegrecían por el alcohol que todo lo cura; o sus huesos se rompían tras caídas “accidentales”. “No pasa nada” decía. Un todo está bien que muchos de nosotros hemos usado en alguna ocasión. Un yo controlo cualquiera, en el que confiamos, mientras se nos escapa de las manos una situación que nunca fue nuestra. Una historia que cobra vida propia y que se nos rebela: como el monstruo alimentado por nuestros constantes “puedo con ello”, o los nada creíbles “es cuestión de tiempo que todo cambie”.

Y sabe qué es curioso, Richard, cómo nos ven desde el exterior. O cómo queremos que nos vean, incluso consiguiéndolo en ocasiones. Cómo luchamos por mostrarnos como unas Emilys cualesquiera: fuertes, seguras de nosotras mismas, con un objetivo vital claro… aunque por dentro seamos restos de lo que nunca fuimos, de lo que ya nunca tendremos opción de ser. “Emily es una persona libre. No le importa el que de ella piensen los demás. Es independiente y hace lo que quiere” Ja, ja y ja piensa Emily. Eso mismo pienso yo, estimado Yates. Eso mismo pensaría usted, en el fondo. Dónde se esconde la seguridad cuando por fin nos atrevemos a navegar en nuestro interior? Y la libertad? Vivimos sometidos al que dirán: manejados por hilos externos, incapaces de cortar por miedo a no formar parte del grupo. De cualquier grupo. Usted lo sabe. Yo lo sé. Todos lo sabemos. Y jugamos, aún así, al no me importa lo que de mí digan…

Y busca una razón. Una sola razón que la haga salir de su encierro necesitado. Un motivo para romper el silencio. Para volver a oír su propia voz. Hay tanta crueldad real en esa frase: “Era la primera vez en una semana que se oía la voz”. En qué clase de ruina humana –pero tan habitual entre nosotros- acabó convertida Emily? Alguien vacía, sin lucha, sin amor. Alguien capaz de vomitar a bocajarro lo que piensa (a cualquier Peter, a cualquiera de nosotros) sin tener en cuenta el dolor ajeno. Alguien que dibuja la realidad de los demás a partir de sus miedos, sus manías y frustraciones, como un espejo de lo que desea y no ha conseguido. Lo que envidia. En definitiva, lo que odia por no haber sido capaz de lograr.

Lo lamento, querido. Lamento su muerte prematura y su infancia infeliz. Pero no se sienta extraño, es tan habitual…

dimecres, 2 de desembre del 2009

L'Odi

No sempre la va odiar. Fins aquella mateixa nit l’estimava. Eren ungla i carn: Sortien a sopar, a ballar, anaven al cinema. En tenien prou amb el seu cercle tancat. Ara, però només pot odiar-la i recrear-se en el seu dolor. No entén, quan tira enrera en el temps, si tot plegat mereix aquest sentiment d’odi, de rancúnia, de... de fins i tot desitjar-li la mort.

Es van conèixer a l’escola. Compartien sisè curs d’EGB,i xuletes, i amics i trucades interminables durant hores. També van coincidir a l’Institut.Van triar especialitats diferents, ciències i lletres, però això no va impedir que es continuessin veient. La seva relació era com un búnker, sovint ningú s’atrevia a accedir-hi; conscient o inconscientment la porta estava tancada per a qualsevol element extern que pugués distorsionar el que tenien. El que va creure que tenien, ara ho veu clar.

Les hores de confidències no tenien fi. Parlaven de sexe, d'amor, del que entenien per amistat, del sentit de la vida. O del sensesentit: qualsevol tema tenia cabuda en les seves converses. No sempre éren del mateix parer, i les discusions, de vegades intensament fortes, s’allargaven durant hores, però una abraçada i un somriure tancava el debat de la manera més dolça possible.

Encara no entén com ha passat. Com ha pogut passar! Perquè l’Anna li ha fet això. Mai no s’havien jurat amor etern, d'acord, però no calia...era evident que l’amor existia, fos del tipus que fos. Tot i que després de la confessió, entre rialles, de l'Anna, potser tot plegat només existia al seu cap.

Aquella nit, una de tantes nits, tornaven cap a casa juntes, vivien molt a prop: havien anat a una discoteca amb altres amics i amigues. Tenien disset anys i entraven de ple en l’eufòria sexual, o sensual, o...

L’Anna li va començar a explicar que havia conegut un noi aquella nit. Estudiava Periodisme, tenia dinou anys, i era guapíssim, li deia. Estava radiant, feliç, molt il·lusionada. Semblava, deia, creia, de fet, no sé, envermellit, potser me n'he enamorat!

La primera relació, l'inici d'una relació i el final d'una altra: la primera no relació. La única relació que l’Esther es va permetre a la seva vida. Durant anys va esperar que l'Anna s’adonés que l’estimava, de com l'estimava. Durant anys va témer també aquest moment: un home en el cor de la seva amiga. Enmig del camí, el seu difícil camí.

Com permetre que la seva Anna, la seva única raó de viure, de riure, de tirar endavant, fos feliç amb algú que no fos ella???

No li va dir res, no va comentar el seu dolor, les punxades ofegadores, el mal de cap sobtat. Ja mai li diria res més. No van tenir un altre dels seus "moments": aquella mateixa nit. quan va arribar a casa, li va escriure una carta.

La primera frase deia així:

Anna, jo sempre t’he estimat. Des del desig, la bogeria, la tendresa, el coneixement. Ara només sóc capaç d'odiar-te...”

El tret de la pistola, el canó de la qual apuntava al seu cor ja ferit, trencà el silenci de la nit.


A la memòria de l’Esther



dimarts, 1 de desembre del 2009

L'amor

He trobat la persona amb qui vull passar la resta de la meva vida; no amb qui em conformo a viure per sempre, sinó amb qui sé que viuré per sempre.

Us explico com és? Feliç a estones, infeliç quan no acompanyen els resultats. Trista o alegre en funció del dia a dia, dels canvis, dels imprevistos, dels conflictes…

Té l'autoestima alta, ha arribat a la conclusió que per no valorar-la ja estan els altres; intenta plantejar-se perquè fa les coses; perquè vol fer les coses que fa. Però no es jutja; no s'exigeix; no s’enfada amb ella mateixa constantment És flexible, tolerant, tot i que no sempre: de vegades és rigida i vol trobar explicació a tot. És en aquests moments que seu tranquil·lament i parla amb el seu jo. Sense embuts, sense filtres, sense pors. Directament, sense amagar-se conscientment cap motiu: Sense enganyar-se.

Té amics però sap que potser no són per sempre, la vida li ha ensenyat que no res és per sempre. O potser sí. I els cuida, i li agrada estar amb ells, però acepta que volin, accepta que la vida, i los avatares de la vida ens poden portar per camins diferents. Aleshores els deixa volar, sense témer res, perquè els estima o els ha estimat i perquè ja no necessita ningú per saber que val molt com a persona, no necessita ningú per continuar endavant, forta. Només per compartir el que té.

De fet, poques coses fan que s’enfadi, que perdi els estreps. Està sempre de bon humor, però no perquè s’ho imposi, sinó perquè sap que hi ha un, dos motius a la vida pels quals un pot permetre's enfadar-se.

M'agrada passar les estones amb ella: parlem, riem, discutim, llegim; tenim gustos semblants, ens agrada sortir, però també no fer res, ballar, estar amb les nenes (és una marassa i està orgullosa del temps que passa amb elles).

Riu constantment, però també plora, especialment per dins, especialment quan veu injustícies, dolor, patiment. Però no s’amarga. La vida és curta.

Ens mirem als ulls i sabem que l’amor existeix. I que serà per sempre.

Sóc jo mateixa.

(10/04/2007)